Las dríadas del tamarindo


Skathaborgy, una bella dragona encarnada en una doncella, se ha comido una Driada.

Y la driada es del árbol del Tamarindo, criatura feérica que revolotea y cuida de tan apetitoso frutal. Skathaborgy me ha contado, presa del pánico, que bebió entera una jarra de jugo de tamarindo, luego de aquello, y no por estar embotada del jugo, escuchó voces dentro de su vientre además de cierto revoloteo refrescante.
Los pobladores del Candente Toboso, tierra fértil para los tamarindos, le han contado que dicha planta constituye el sitio por excelencia para las reuniones de duendes, gnomos, hadas, síllfides y demás critauras ocultas en estos tiempos para los bípedos depredadores. La costumbre de los tobosinos para encantar a culquier humano, es brindarle un refrescante jugo de tamarindo hecho no solo con el fruto sino con algúnas hojas y ramas, y por supuesto, como guinda una Driada del Tamarindo.
Al no ser completamente humana Skathaborgy, aún no siente las alucinaciones que prevee dicho encantamiento, almenos no lo he notado.

Leonardo Vivar